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  • Foto del escritorCullen Heater

El quesero soñador

Los cuadrados delgados de la cuajada de mozzarella empezaron a derretirse en una masa coagulada mientras el suero separaba de los sólidos, mezclando con el agua salada tibia- aún no era suficientemente caliente. Sumergí la jarra en la olla de aluminio de 50 galones todavía hirviendo suavemente en la estufa. Derramando el agua salobre lentamente, con cuidado en la olla, giré la masa con una mano enguantada y sentí el ardor familiar de la temperatura perfecta mientras la cuajada se convirtió en queso. La manija de la paleta de madera se deslizó rítmicamente, hipnóticamente contra la orilla de la olla baja y ancha mientras subí el queso afuera del agua. El superficie liso y suave de la mozzarella cálida se estiró por el borde de la paleta, regresando lentamente a la olla.

Bang-bang-bang! La pared de vidrio del laboratorio de mozzarella temblaba. Despertado de mi sueño, miraba hacia arriba a ver un niño de 10 o 12 años, con las manos en sus bolsillos, mirando fijamente, horrorizado mientras su madre golpeaba el vidrio con sus manos grasientas.

"¡¿QUÉ HACES?!" La madre pronunciaba sin sonido por el vidrio insonorizado. Estas cosas pasaban de vez en cuando en el Mozz Lab en el mercado Eataly Boston; eramos la principal atracción, exhibidos como peces en una pecera.

"No te escucho," respondí, olvidando que ella no me podía escuchar tampoco.

"¿Por qué la gente hacen cosas así?" Pregunté a Brittany, quien era atrás de mi fermentando cosas. Volvió la cabeza ligeramente por su hombro izquierdo. "No sé, hombre. Las personas no saben portarse bien."

"Necesitamos un señal o algo- 'Por favor, no toque el vidrio; perturbará los queseros."

Gianlorenzo Galiano entró del cuarto del cuarto de lavaplatos, girando una bandeja honda. "¡Guau! ¿Y esta tipa? ¿Dónde piensa que está, en el acuario? ¡Jaja, qué bueno que no me escuche!" Llenó la bandeja con agua frío y la colocó en la encimera a mi lado.

"Gracias, amigo," dijé. "¡Oye, Britt! Voy a terminar esta ronda y entonces te harás cargo. Tú eres el jefe."

Brittany guardó sus cosas fermentadas en la nevera baja y cerró la puerta sin movimiento desperdiciado. "Cool," dijó. "Hablaste con Hope?"

"Sí, es oficial," respondí triunfalmente. "Puse mi noticia de dos semanas y todo. Estoy listo para la próxima aventura. ¡Panamá, me voy por ti!"

"¿Qué haces allá?

"Seré un voluntario de Cuerpo de Paz para dos años trabajando en proyectos de agricultura. Entonces, voy a vivir en el campo ayudando a los agricultores, pienso. No sabré todas las detalles hasta que llegue."

"¿Por qué quisieras hacer eso?"

Forzaba la mozzarella por encima del huequito entre mi pulgar y el índice curvado, exprimiendo y torciendo metódicamente. Los orbes perfectos de la mozzarella blanca chapoteaban agradablemente en el agua frío.

"Una buena pregunta..." Mi mente empezó a vagar de nuevo.

Estaba siguiendo un impulso, un instinto, una idea que había sido conmigo desde que tuviera 16 años, sembrado en mi mente por un reclutador del Cuerpo de Paz que nunca sabía mi nombre. Estaba persiguiendo aventura, sí, las cosas de sueños adolescentes; pero, tenía un deseo profundo para hacer más, un deseo de ayudar. Tenemos una responsabilidad de retribuir algo a este mundo que nos ha dado tanto y una responsabilidad de apoyar a nuestra familia global. Queso es maravilloso, pero la vida debe tener algo de importancia, ¿no? ¿Debemos hacer cosas grandes, cosas buenas, no?

 

¿Cómo vivimos una vida buena, aquí y ahora? ¿Cómo podemos dar una parte de nosotros mismos para mejorar el mundo? Salí para Panamá en Julio de 2017 para servir como un voluntario del Cuerpo de Paz y para buscar respuestas. Como todas las lecciones de humildad, sólo encontré más preguntas y la certidumbre que no sé nada por cierto. Pero aquí es lo que creo:

Yo creo que la comida tiene el poder de unir a la gente, que podemos superar las diferencias lingüísticas y personales con platos y estómagos llenos. La comida es fundamental, la idioma universal, que ha guiado no sólo mi carrera, sino mi filosofía de la vida. No puedo decir que todo fue planeado; la vida no es una aventura de verdad si no nos perdimos en el camino. Pero sí puedo decir que no hubiera escogido vivir mi vida de otra manera.

Yo creo que viajar nos da la oportunidad de conectar con personas de partes diferentes del mundo, y darnos cuenta de que realmente no somos tan diferentes. El mundo es un lugar mucho más pequeño de lo que imaginamos. Las diferencias culturales son reales pero, sobre todo, irrelevantes. Cuando exageramos esas diferencias, perdimos de vista la chispa de humanidad adentro de cada uno de nosotros, la universalidad de la risa y la sonrisa.

Planeo usar El Food Moves Blog para contar mi historia y para llevarte conmigo en mis aventuras por el mundo de la comida y el viaje. Te estoy escribiendo ahora desde la Ciudad de Panamá, Panamá donde me mudé después de completar mi servicio en Cuerpo de Paz. Voy a empezar mi historia desde aquí, pero, de verdad, yo no sé ni donde empieza ni donde termina. Espero que me acompañes en este viaje por el tiempo y el espacio. No puedo esperar para saber adónde nos guía!


~Cullen Heater













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